En los pueblos más fríos, los alcaldes no quitan ojo a la previsión del tiempo y se vigila el stock de sacos de sal, que luego genera gastos porque daña el asfalto
Sólo unos pocos pueblos de la región conocen la cara más dura del invierno, la que le quita a la nieve casi toda su poesía
A demás del pueblo más alto de Extremadura, Piornal (1.550 habitantes, junto a las crestas del Valle del Jerte) es probablemente el líder de la clasificación regional de municipios según el porcentaje de vecinos que llevan cadenas en el maletero del coche. Y que saben ponerlas. «Aquí las tenemos todos, al cabo del año siempre hay algún día que tienes que utilizarlas», dice Ernesto Agudíez, el alcalde de una de las contadas localidades de la comunidad autónoma donde la nieve no es noticia.
A 1.175 metros sobre el nivel del mar, lo normal es que la lluvia de invierno caiga fría, el agua tarda menos en convertirse en hielo, y resulta aconsejable que los vecinos estén surtidos de gorros, bufandas y guantes, y que el ayuntamiento tenga a mano una máquina quitanieves. El de Piornal tiene algo parecido: un tractor con una pala por delante y una tolva para echar sal por detrás.
En este punto del mapa regional, los vecinos no giran el cuello cuando se cruzan con una quitanieves, un tipo de máquina que en la mayoría de los municipios de la comunidad no han visto nunca.
La Extremadura del frío, allí donde nieva cada invierno, donde lo normal en septiembre es dormir arropado con una manta y donde los termómetros en números rojos no son una extravagancia digna de fotografiarse con el móvil, esa Extremadura que en lo meteorológico se parece más a otras regiones, está formada por unos pocos pueblos de sierra que ya han atisbado los primeros copos de la temporada pero que llevan semanas expectantes ante la nevada que está al caer.
«Un poquito hace diez días»
«Tuvimos un poquito de nieve hace diez días, algo testimonial, pero visto el frío que está haciendo, no tardará en caer la nevada, estamos preparados», anticipa el alcalde piornalego, del PSOE.
Eso significa tener la sal dispuesta y el tractor listo. Y estar un día sí y otro también pendiente de las previsiones meteorológicas, no por curiosidad sino por razones de seguridad. «Lo que hacemos si sabemos que va a nevar bien o si nos encontramos con que ya ha nevado, es llamar a la Diputación para que mande a la máquina a que despeje las carreteras, o directamente llamamos a la empresa que se encarga del mantenimiento de las vías en esta zona, depende de la urgencia», explica Agudíez, que recuerda que estamos hablando de un pueblo «en el que ha llegado a nevar en el mes de mayo».
ERNESTO AGUDÍEZALCALDE DE PIORNAL
«Aquí ha llegado a nevar en mayo, tenemos un tractor con una pala para quitar nieve y una tolva para echar sal»